Una de las parábolas más famosas del señor Jesús es la del buen samaritano. Esta Parábola nos enseña acerca de la generosidad y la misericordia, la cual se aplica para nuestra vida cristiana y por supuesto para nuestras finanzas personales. Sí, Para nuestras finanzas personales ¿Cómo?
¡Quédate conmigo en este post y te compartiré las enseñanzas más importantes de esta parábola en el uso de nuestro dinero!
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LA PÁRABOLA DEL BUEN SAMARITANO.
Esta Parábola nace como respuesta a los interrogantes de un experto de la ley Judía quien para poner a prueba a Jesús, le preguntó que debía hacer para heredar la vida eterna. El señor inteligentemente le contestó con otra pregunta: ”¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo la interpretas tú?” ― A lo que el experto contestó ―“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser, con todas tus fuerzas y con toda tu mente”, y: Ama a tu prójimo como a ti mismo”.
Jesús le dijo: ”Bien contestado. Haz eso y vivirás.” Sin embargo el experto queriendo ser más incisivo en su interrogatorio, le preguntó quién debía ser su prójimo. Y Jesús le respondió con la parábola del buen Samaritano. He aquí la historia:
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“Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de unos ladrones. Le quitaron la ropa, lo golpearon y se fueron, dejándolo medio muerto. Resulta que viajaba por el mismo camino un sacerdote quien, al verlo, se desvió y siguió de largo. Así también llegó a aquel lugar un levita y, al verlo, se desvió y siguió de largo. Pero un samaritano que iba de viaje llegó donde estaba el hombre y, viéndolo, se compadeció de él. Se acercó, le curó las heridas con vino y aceite, y se las vendó. Luego lo montó sobre su propia cabalgadura, lo llevó a un alojamiento y lo cuidó. Al día siguiente, sacó dos monedas de plata y se las dio al dueño del alojamiento. “Cuídemelo —le dijo—, y lo que gaste usted de más, se lo pagaré cuando yo vuelva”. – Lucas 10:30-35 –
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Luego le pregunto al experto: ¿Cuál de estos tres piensas que demostró ser el prójimo del que cayó en manos de los ladrones? ―El que se compadeció de él —contestó el experto en la ley. ―Anda entonces y haz tú lo mismo —concluyó Jesús.” Lucas 10:36-37 NVI.
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Esta parábola nos enseña cosas muy valiosas. A continuación compartiré contigo las tres que he aprendido de ella:
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No hay personas a las que no debamos ayudar
Jesús uso esta parábola por dos razones: La primera fue porque los Fariseos y los maestros de la ley no practicaban lo que enseñaban, es decir, no vivían lo que sabían, no lideraban con su ejemplo. La segunda era porque los judíos miraban con desprecio a los Samaritanos, a quienes veían como herejes y como personas inferiores.
A través de esta parábola, Jesús invitó a practicar el verdadero espíritu de la ley judía siendo generosos y misericordiosos con los de su mismo pueblo así como personas de otras etnias, como los Samaritanos, podían también serlo.
Hoy en día nos pasa lo mismo: No ayudamos a quién se encuentra en necesidad ni aún siendo parte de nuestro círculo de familia, amigos o tristemente iglesia. Si por el contrario, otros ven la solidaridad que tenemos entre nosotros como creyentes, predicaremos con nuestro ejemplo y otros verán que como tales hacemos realmente la diferencia.
Por otra parte, cuando ayudamos a quienes NO hacen parte de nuestro círculo cercano, como por ejemplo, aquellos que no conocen al señor Jesús, nuestra predicación será aún más fuerte y poderosa, ya que lo podrán experimentar y conocer cuando les tendamos nuestra mano. Recuerda: ¡Lo que hacemos es más fuerte que lo que decimos!
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Vale la pena arriesgarse.
La historia cuenta que el Samaritano se arriesgó a ser también asaltado en aquel camino peligroso, parando para ayudar al hombre herido y hasta quizás a ser rechazado por éste debido a su condición de Samaritano. Esto nos enseña que a la hora de ayudar vale la pena arriesgarse, quizás a ser engañados, rechazados o a perder una parte de nuestro tiempo y dinero. En muchas ocasiones no le ayudamos a otros porque pensamos: “¿Si ayudo a esta persona me veré perjudicado?” La pregunta que más bien deberíamos hacernos sería: “¿Qué pasará con esta persona si no le ayudo?”
Muchas personas viven del engaño para vivir, pidiendo ayudas que no necesitan. Pídele sabiduría a Dios en el momento que se presente la oportunidad de ayudar, para saber si debes hacerlo.
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Somos administradores de nuestras finanzas, no los dueños de ellas.
La historia del buen Samaritano relata que además de curar las heridas de aquel hombre, lo llevó en su cabalgadura y lo hospedó en un alojamiento, pagando al dueño todos los gastos.
Esto nos enseña dos cosas:
- Que los recursos que Dios pone en nuestras manos son para darle el uso que él quiere, sea el dinero, el carro o la casa, pues somos administradores de ellos, no los dueños de los mismos. Por supuesto Él quiere que disfrutemos de todos ellos, pero que también los usemos para dar con generosidad a otros.
- Que cuando ayudemos, Si está en nuestras posibilidades económicas, no lo hagamos en forma parcial, sino en forma total. ¿Qué quiere decir esto? Si te das cuenta, el Samaritano pagó todo lo necesario hasta la recuperación del hombre herido.
Si Dios te ha bendecido financieramente, Él espera que al a tenderle la mano a una persona o familia, lo hagas mientras se recuperan de la situación en la que se encuentren, siempre y cuando ellos demuestren la diligencia para salir de dicha situación. Las personas ayudadas deben ver las manos del señor a través tuyo, pero debes enseñarles a depender de Él, no de ti.
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Ser un buen Samaritano bendecirá tu vida. El apóstol pablo, citando las palabras del señor Jesús dijo:
“Con mi ejemplo les he mostrado que es preciso trabajar duro para ayudar a los necesitados, recordando las palabras del Señor Jesús: “Hay más dicha en dar que en recibir” – Hechos 20:35 –
Ayudar a otros es algo que puede llegar a ser sumamente satisfactorio en tu vida. Cuando ayudas a alguien más, puedes estar cambiando su futuro. Y al cambiarlo, estás contribuyendo a cambiar el mundo, convirtiéndote en herramienta en las manos de Dios. ¿Y sabes qué? Dios bendice abundantemente en todas las áreas a aquellos que tienen un corazón generoso..
¡Anímate a ser generoso con tu amor, tu tiempo y tus finanzas. No te arrepentirás!
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