Soy Asesor Financiero, pero ¿sabes que? te confieso que he metido la pata con mi dinero. Si quieres conocer mis metidas de pata, ¡aprende de ellas aquí!
Nuestros papas siempre nos enseñaron que es mejor aprender de los errores de los demás que de los errores propios y cuando nos lo decían como que no le encontrábamos mucho sentido, sólo hasta cuando crecimos y nos empezamos a estrellar que ésta enseñanza cobro total sentido.
Bueno, pues he preparado este episodio porque quiero compartir contigo mis metidas de pata con el dinero, porque aunque creas que porque soy asesor financiero o escribo en este blog no me he equivocado, pues te confieso que sí, he cometido errores con mi dinero y me sentiría muy feliz que puedas aprender de ellos, en otras palabras, aprendas de los errores ajenos y no metas la pata como yo. ¿Preparado?
PRIMER ERROR – TOMAR UNA TARJETA DE CRÉDITO
Bien. Para empezar mi desfile de errores financieros quiero empezar con el que he siempre compartido: Cuando tomé mi primera tarjeta de crédito.
Cuando recién empecé a trabajar y comencé a ganar un poco más de dinero, me dejé tentar de la publicidad sugestiva de una conocida franquicia de tarjetas de crédito que vendía la idea de que tener un plástico era sinónimo de poder y de estatus. Pues ni corto ni perezoso solicité mi primera tarjeta porque pensé que como mi ingreso había aumentado me podía dar el lujo de tener una y finalmente me dieron un inocente cupito de $67 dólares, con el cual le compré un juego de sala a mi mama.
Bueno, pues empecé a pagar juiciosamente las cuotas de la tarjeta, pero por una razón que no entendía, veía como el saldo de la deuda no es que bajara mucho, claro, porque de un lado solo hacía el pago mínimo y de otro porque cuando liberaba mi cupo caía en la tentación de volver a usar el mismo, para comprarme una camisa, comprarme algún chunche o invitar a mi mamá a comer pizza.
Como una tarjetita de $67 dólares ya no era ya suficiente para mi creciente nivel de consumo, se presentó entre comillas “la fabulosa oportunidad” de tener una tarjeta de verdad, cuando ingresé a un banco a trabajar, con mejores ingresos y la oportunidad de poseer una flamante tarjeta gold que estarían más acorde a mi status y mis nuevos ingresos.
Y por supuesto, cuando adquieres una tarjeta, el banco va hacer todo lo posible para ofrecerte lo que más puedan y pasé de tener una inocente tarjetita de $67 dólares a una flamante tarjeta de $1,700 dólares, con un cupo de crédito rotativo adicional del mismo monto, una cuenta de cheques con sobregiro y un préstamo de consumo como de $2,300 y para completar, unos años después el banco me otorgaría una brillante tarjeta Platinum, con un cupo grosero de $7,300 dólares, gracias a mi excelente manejo.
¿Por qué soy tan crítico cuando tomas una tarjeta de crédito por pequeño que sea el cupo? porque cuando empiezas, te es difícil parar. Pues eso me pasó a mí, convirtiendo una pequeña deuda de $67 dólares a más o menos $5,000 dólares al cabo de tan sólo un par de años.
¿Mi problema? Que aunque trabajaba en un banco, era ignorante de cómo debía manejar mis finanzas y no me estaba dando cuenta del desangre financiero al que estaba sometido a expensas de mis hábitos de consumo. Recuerdo que cuando me llegaba la nómina, una buena parte de mi ingreso se iba para pagar mis tarjetas de crédito y como por supuesto, el dinero que me quedaba no me alcanzaba para vivir, pues adivina adonde tenía que recurrir para llegar a fin de mes.
Bueno, pues tristemente pasaron muchos años en los que maneje mis finanzas de esta manera, pagando miles de intereses y como todos mis compañeros de trabajo manejaban sus finanzas así, pues pensé que hacer las cosas de esta manera era de lo más normal, pues al fin y al cabo trabajaba como un burro y me merecía darme el nivel de vida que tenía, así fuera a punta de tarjetazos. ¿mucho bruto, no?
Y fue sólo hasta como te lo cuento en el primer post de este Blog en Porqué necesitas educación financiera, que afortunadamente cambié de trabajo y me certifiqué como asesor financiero en la nueva compañía en la que entré a trabajar y adquirí educación financiera, esa educación que me despertó del mundo irreal en el que vivía, como esa matrix financiera en la que creía que vivir de la deuda y de las apariencias era la mejor manera de administrar mi dinero. Para hacerte corta esta historia, me tomo cerca de 7 años salir de deudas. ¿El costo? Miles de dólares entregados a los bancos y mucho tiempo perdido en el que en lugar de acumular riqueza, acumulé deudas.
SEGUNDO ERROR – COMPRAR CARRO NUEVO… ¡CON DEUDA!
Ok. Mi segundo error financiero fue por la misma época en la que ingresé al banco cuando se presentó la “hiperperfabulosa” oportunidad de comprar carro nuevo con un megafabuloso crédito sin intereses imagínate…
Pensaba que por tener el cargo que tenía, vestir como lo hacía, tener las tarjetas que ya tenía, el siguiente gran paso era el de tener un súper carro que sellara como símbolo de éxito mi vida profesional. Entonces decidí aceptar el famoso crédito sin intereses y me fui a un concesionario a comprarme, no cualquier carro último modelo del año 1999, me compré un Peugeot 206.
Debo reconocer que comprar carro nuevo es toda una experiencia. Aún recuerdo la tarde casí noche cuando un compañero del banco me lo ayudo a sacar del concesionario, pues no tenía licencia y apenas si sabía manejar, pues además de tonto, imprudente y aún recuerdo ese fantástico olor a nuevo característicos de los carros último modelo y ese maravilloso tablero de control de color naranja que me hacían pensar en una nave espacial…
También recuerdo las miradas de los demás viéndome conducir semejante carro y el orgullo y la vanidad que eso me hacía sentir…me sentía, pleno y exitoso. hasta ahí, aparentemente todo bien..¿no?
Bueno, pues con semejantes emociones me era imposible darme cuenta de muchas cosas, como el hecho de que apenas saqué el carro del concesionario, ya valía un 20% menos, pues mi flamante Peugeot último modelo entraba oficialmente al mercado de los usados con solo poner sus llantas en la calle y que en los siguientes 5 años perdería un 60% de su valor comercial.
De otra parte, tuve que empezar a pagar un seguro e impuestos costosos que antes no tenía que pagar, así como parqueaderos, gasolina, hacerle mantenimiento, llevarlo al lavadero, pagar infracciones cuando me portaba mal, sumado a la deuda que aunque no me cobraba intereses igual tenía que pagar.
Te confieso que tener carro nuevo me llenó de soberbia y algo que he aprendido en esta vida es que cuando eso pasa Dios nos baja el moño.
¿Pues qué pasó? Que una noche llegando tarde a mi casa una banda de asaltantes me apuntaron con un revolver, me quitaron el carro, me subieron atrás, me robaron todas mis pertenencias y mis tarjetas, desocuparon el saldo de mi cuenta de ahorros y me dejaron tirado, afortunadamente ileso en un desolado barrio…
¿Conclusión? Me quede sin carro, sin dinero pero si con deudas y con la amarga sensación de tener que comerme mi orgullo y aprender que las cosas materiales no definían mi identidad.
Afortunadamente cuando tome el famoso crédito me obligaron a tomar un seguro, con el cual al menos pagué la deuda y me quedó un saldito para ahorrar, y quizás digas, bueno pues al final no terminaron tan mal las cosas, pero durante el tiempo que tuve el carro si tuve que asumir la desvalorización del mismo y pagar un montón de dinero en los costos asociados a tener un carro nuevo en lugar de ahorrar e invertir ese dinero.
Con esto no te quiero decir que es malo comprarte un carro, lo que te quiero decir es que la manera en que lo hice no es la mejor. Si quieres saber cómo comprar tu carro inteligentemente, te invito a leer mi post “Como comprar carro inteligentemente”.
TERCER ERROR – NO ESTAR ASEGURADO CON UNA PÓLIZA
Bien. Y esto me lleva a mi tercer error financiero: y está relacionado precisamente con la compra de mi segundo carro.
Bueno, pues te cuento que después de semejante experiencia aprendí que comprar carro nuevo es una tontería en especial cuando lo haces con deuda así no pagues supuestamente intereses, pues de todas maneras, asumes fuertes desvalorizaciones y debes pagar los costos asociados a tener carro nuevo.
Bueno pues te cuento que ahorré un par de meses y me compré de contado mi legendario Mitsubishi Lancer modelo 1997 en el mercado de los usados, en excelentes condiciones y a un precio razonable. Ahora que caigo en cuenta, éste fue el primer carro realmente mío, pues no lo debía.
Por supuesto los seguros, impuestos y demás bajaron a más de la mitad, pues los costos asociados a un carro usado son infinitamente inferiores a los de tener un carro nuevo.
Hasta aquí todo bien, pero el craso error que cometí es que me descuidé con la renovación del seguro del vehículo. ¿Pues que pasó? que una noche cuando salí de un curso de inglés me distraje prendiendo el pasacintas de mi carro, y estrellé fuertemente un taxi por detrás, provocando un verdadero desastre en los dos vehículos….
Pues resulta que cuando recurrí el seguro para cubrir los daños, mi póliza estaba vencida y ni locos iban a pagarme el siniestro, pues me toco asumir todos los daños y pagar cerca de $2,600 dólares… afortunadamente no hubo gente lesionada, pues esto no sólo me habría llevado a pagar millonarias demandas, sino también ir a la cárcel por ello…de paso, no sobra invitarte a dejar de ver tu celular a la hora de manejar…
En ese momento aprendí la importancia de los seguros. ¿Por qué? Como lo veíamos en el episodio número 33 de este podcast los seguros protegen nuestro patrimonio en caso de una eventualidad, una eventualidad que puede acabar con años de trabajo de la noche a la mañana. Desde entonces vivo asegurado, con la tranquilidad que si pasa algo, el seguro me protege.
CUARTO ERROR – INVERTIR EN UN NEGOCIO FRAUDULENTO
Y para finalizar esta primera entrega de mis errores financieros quiero finalizar con una pésima inversión que hice como en el 2008 en un maravilloso negocio multinivel que supuestamente me iba a ser rico en cuestión de meses y era un negocio de telecomunicaciones bajo protocolo VOIP que iba a desbancar a las compañías de telefonía celular y que con solo tener un teléfono muy parecido a los que conocemos hoy como celulares inteligentes y un plan de internet, ibas a poder comunicarte gratis con las personas que vincularas al negocio y por las cuales recibirías fantásticas regalías.
Cuando uno iba a las reuniones de esta red multinivel, efectuaban demostraciones que eran verdaderamente descrestantes, pues hacían una llamada entre dos teléfonos donde se podía ver la imagen del otro en la pantallita de cada celular con una muy regular calidad de audio y sonido, pero eso fue suficiente para convencerme y decidí vincularme pagando como $1,200 dólares por la membresía, por una innovación tecnológica que como sabemos hoy es gratis y que podemos emplear usando Skype, Whatsapp, Google Hangouts, Zoom y centenares de aplicaciones más…
Si yo pudiera ir al pasado y decirle al Fernando de ese entonces como dice mi pastor “No sea bruto” se lo diría, pues al final ese famoso negocio colapsó, nadie me respondió por mi dinero y afortunadamente después de tanto esfuerzo por meter en el dichoso negocio a mis amigos y conocidos, no logré vincular a nadie, pues de haberlo hecho, me hubiera tocado responder por el dinero invertido, sin contar con el deterioro de mi relación con esas personas.
Y tristemente este tipo de cosas siguen pasando hoy en día. No quiero decir con esto que invertir en un negocio multinivel sea malo, lo que te quiero decir es que como lo veíamos en el episodio número 8 de este podcast a la hora de invertir en cualquier negocio, debes hacer una investigación exhaustiva, estudiar la empresa que lo ofrece, el producto, la trayectoria, las referencias, si está regulado o si es legal o no y de donde sale el dinero que te pagan… muchos de estos negocios estimulan la codicia prometiendo riquezas rápidas con poco esfuerzo, pero pueden ser negocios donde se lavan activos. Ayer eran las pirámides, las libranzas, DMG y este tipo de negocios de telecomunicaciones, hoy pueden ser los clubes de Bitcoins, la flor de la abundancia y todas aquellos negocios que te ofrecen riquezas rápidas. Y no me cansó de recordártelo: Las riquezas rápidas no existen.
PARA CONCLUIR…
Muy bien. estos fueron los cuatro errores vergonzosos que quería compartir contigo, pero antes de terminar quisiera decirte lo siguiente:
Todos estos errores, si además de entretenerte y quizás hasta haberte dado la oportunidad de burlarte, con razón de mí, te sirven para evitar meter la pata, habrán valido finalmente la pena, pues aunque hayan sonado jocosos, en su momento no fue para nada chévere cometerlos, pues terminé perdiendo tiempo, bastante dinero y paz en mí alma.
Hay dos formas de aprender en la vida: a través de los errores ajenos o los tuyos. Una forma es barata y la otra cara. ¿Con cuál quieres aprender
Si quieres escuchar el episodio Podcast de este post, ve a:
https://soundcloud.com/consejo-financiero/episodio-84-mis-metidas-de-pata-con-el-dinero
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