¿Te has sentido amargado cuando alguien tiene más o es más exitoso que tú? ¡vacúnate de la envidia financiera aquí, en Consejo Financiero!
Quiero contarte que hace muchos años cuando entré a trabajar a una entidad financiera vivía amargado por causa de mis compañeros de trabajo y no era precisamente porque me hicieran mal ambiente, bullyng o simplemente fueran antipáticos conmigo. ¿entonces porque?
Simplemente porque sentía envidia financiera de ellos. Sí. Envidia financiera por pertenecer a una clase social más alta, envidia financiera por vivir en lugares de la ciudad mejores al que yo vivía, envidia por las universidades a las que habían tenido la oportunidad de asistir, envidia por las amistades que tenían, por los viajes que habían hecho y yo no, envidia financiera por los restaurantes que frecuentaban y en general envidia por la vida que ellos tenían.
Y vivía amargado porque en cada conversación que tenía con ellos, me la pasaba comparándome con estas personas, deseando a toda costa tener o al menos emular la vida que ellos vivían.
Y por causa de esto, consciente, o inconscientemente, empecé a comportarme como ellos y por supuesto a gastar como ellos lo hacían, tratando de cerrar esa supuesta brecha que me separaba entre mis compañeros y yo, lo que me llevó a la larga a endeudarme como ya te lo he contado en muchos posts y a encontrar finalmente que era una tontería vivir a la sombra de las personas que envidiaba y a sentirme inferior a ellas.
Bueno, pues te cuento todo esto porque quizás te haya pasado o te esté pasando, y quisiera ayudarte a vacunarte de esta nociva emoción no sólo para evitarte vivir amargado y terminar cometiendo los mismos errores financieros que yo, como te lo cuento en ¿Porque necesitas educación financiera? sino para que seas verdaderamente feliz con quien eres y lo que tienes.
Ahhh y en cuanto a la respuesta a la pregunta de este post si ¿la envidia es mejor despertarla que sentirla? Bueno, la desarrollaremos a lo largo de este episodio.
¿Qué es la envidia financiera?
Bueno, pues empecemos a definir que es la envidia. Primero que todo la envidia es un emoción tóxica, tan antigua como la humanidad, que nos lleva a sentir un dolor profundo por lo que no somos o no tenemos y los demás sí, generando en nosotros problemas de autoestima e identidad.
Es importante entender que la envidia nace de la comparación entre pares o personas similares a nosotros, llámese hermanos, primos, amigos o colegas, más no con figuras de autoridad, con quienes no podemos establecer puntos de comparación.
El problema con la envidia es que con frecuencia es una emoción que nos cuesta reconocer que tenemos, lo que la hace de ésta un enemigo silencioso que nos hace daño y que no es tratable hasta que aceptamos que la padecemos.
Clases de envidia financiera
Según los expertos, la envidia se clasifica en dos categorías. La envidia financiera por lo que no se posee o material y la envidia financiera existencial.
La envidia por lo que no se posee es aquella que se basa en los bienes materiales que tienen otros y nosotros no, como una mejor casa, unas mejores vacaciones o un mejor estilo de vida.
Y la envidia existencial es aquella que se genera por lo que otros son y nosotros no, como ser más carismáticos, tener más influencia, mayores habilidades o tener una vida más feliz.
¿Qué cosas genera la envidia?
Bueno ¿y que cosas pueden despertar envidia en nosotros? Bueno, pues depende del momento de vida en el que estemos. Veamos algunos casos.
En primer lugar podemos contraer la envidia cuando somos niños, cuando por ejemplo, nuestros amiguitos o compañeros de clase tienen mejores cosas que nosotros, como un par de tenis, un vestido, un maletín o hasta una mejor merienda.
En segundo lugar y atención padres, cuando solemos comparar a nuestros hijos entre ellos o con otros niños, ya sean familiares, vecinos o amiguitos de ellos.
No hay nada más devastador para una vida que comienza que su figura de autoridad en este caso sus padres, le digan que el primo tal o la vecina tal es más inteligente o hábil que ellos. Esto puede marcar su vida con problemas de identidad o autoestima en su vida adulta.
En tercer lugar cuando crecemos y vemos que familiares, amigos o conocidos tienen más éxito que nosotros, como tener una familia más bonita, una mejor posición social o ganar más dinero.
En cuarto lugar, cuando en el campo laboral otros tienen más éxito o lo tienen más rápido que nosotros, cuando son más carismáticos o nuestro jefe tiene preferencia hacia ellos.
En quinto lugar y esto particularmente entre las mujeres, cuando una de ellas viste mejor, es más bonita o tiene más éxito en el campo sentimental o laboral que las que sufren de envidia.
Y en sexto lugar en esta era de lo digital y las redes sociales si que nos podemos contagiar de envidia, al ver la vida más feliz que otros tienen y nosotros no.
Si hay algo que ha llevado a las redes sociales a tener la relevancia que tienen hoy, es ese ardiente deseo por chismosear en que anda la vida de los demás, compararla con la nuestra y mostrar que nosotros también somos felices
Es gracioso ver como la gente postea fotos en redes como Facebook o Instagram para hacerle saber a los demás la fabulosa vida que tienen, mostrando los lugares a los que han viajado, las fiestas a las que han asistido, las fotos con gente bonita y hasta el plato woow que se comieron en el restaurante super play de la ciudad.
Ahhh, fulanito publicó las fotos de sus últimas vacaciones en Punta Cana? Bueno, pues yo contragolpeo con las fotos de mi último asenso en mi trabajo. Ahhh fulanita publico las fotos en el restaurante tal con su novio? Pues su amiga publica las fotos con el suyo en la fiesta X.
Hay algo particular con las redes sociales y es que con frecuencia publicamos una vida ficticia, una vida en la que aparentamos ser felices o tener cosas que realmente no tenemos. No tiene ningún sentido proyectar una vida que se aleja de la realidad y menos amargarnos por las cosas que publican otros.
Estas son algunas de las formas contemporáneas a través de las cuales nos podemos contagiar de envidia financiera.
Consecuencias de la envidia
Bueno, pues empecemos porque no es bueno sentirla, es decir cuáles son las consecuencias de padecerla:
La primera consecuencia es que adquirimos un complejo de inferioridad. Si. Cuando tenemos envidia es porque creemos que somos menos que la persona objeto de nuestra envidia a través de la comparación que hacemos con lo que esta persona es o tiene y nosotros no.
Esto se puede dar cuando por ejemplo Juan se siente inferior a sus amigos Mario o Felipe, debido a que no frecuenta los restaurantes a los que van ellos o porque no puede contar las increíbles anécdotas que sus amigos cuentan entorno a sus últimas vacaciones en invierno.
O por ejemplo, cuando Francisco y Ximena llegan a la cena familiar de navidad sintiéndose menos, ante las declaraciones fanfarronas de otra pareja de la familia quienes no hacen sino hablar de lo bien que les esta yendo como matrimonio o la magnifica casa que han comprado.
La segunda consecuencia, en que no podemos disfrutar las cosas buenas que si tenemos. Por alguna razón, los seres humanos tendemos a ver el vaso medio vacío y no medio lleno, o en otras palabras nos amargamos por lo que otros tienen y nosotros no.
Por ejemplo: Dos compañeras de oficina que salen almorzar hablan de su vida familiar. Llamémoslas María y Sofía. María le cuenta a su amiga que sus hijos son excelentes estudiantes, que cooperan con las labores domésticas y que son sumamente obedientes, mientras que Sofía compara ese cuadro que escucha, con sus hijos, que pasan apenas con lo mínimo sus obligaciones académicas, le toca batallar con ellos para que tan sólo hagan su cama y como si fuera poco, toca regañarlos cada rato para que hagan caso.
El caso es que Sofía vive amargada por no tener hijos como los de su amiga María y eso le impide disfrutar los suyos, no dándose cuenta de las virtudes que sus hijos si tienen, a pesar de las muchas cosas que deben mejorar.
Otro ejemplo es cuando los Martínez vecinos de los Giraldo, parquean un día una flamante camioneta Mazda CX5 último modelo en su parqueadero.
Bueno pues este hecho hace que los Giraldo quienes tienen un Renault Logan usado en su parqueadero, ardan de envidia, a pesar que su carro está en perfecto estado.
Entonces cuando los Giraldo salen en su carro usado y ven a los Martínez montados en su flamante camioneta nueva, no pueden disfrutar el buen carro que tienen, viviendo amargados por la camioneta nueva que no tienen.
En tercer lugar y como consecuencia de los dos puntos anteriores, la envidia financiera puede llevarnos a tomar malas decisiones financieras.
Por ejemplo Juan, quien tiene un par de amigos buena vida, puede terminar subiéndose a un nivel de gasto equiparable al de sus amigos, para cerrar esa ficticia diferencia entre él y ellos y poder también hablar de restaurantes o vacaciones costosas; o Francisco y Ximena, pueden verse tentados a comprar una casa por fuera de sus posibilidades para callarle la boca a sus familiares fanfarrones, metiéndose en una hipoteca impagable o los Giraldo podrían terminar comprándose con los ahorros de la universidad de sus hijos, una camioneta aún más espectacular que la de los Martínez, con la única motivación de dejarlos boquiabiertos y recuperar su autoestima.
Creo que en este punto ya te puedes dar cuenta que es una absoluta tontería amargarse por lo que otros tienen o dicen que son y tomar a partir de ello malas decisiones ¿Por qué? Por dos razones.
La primera de ellas es porque muchas veces el éxito personal y financiero que vemos en los demás, no es más que una fachada de lo que realmente tienen o son.
Juan no puede ver por ejemplo, las deudas o el desorden financiero que probablemente sus amigos Mario o Felipe tienen para costear su nivel de vida, Lo mismo puede suceder con los petulantes familiares de Francisco y Ximena, quienes en realidad deben todo lo que tienen o mienten sobre lo que son como matrimonio o los Giraldo no saben que la nueva camioneta de los Martínez no es más que un lindo vehículo alquilado por leasing.
Y la segunda razón es que nuestra valía o autoestima no debe basarse en la comparación, debe basarse en reafirmar nuestra identidad.
Vacunémonos contra la envidia
Y es precisamente en fortalecer nuestra identidad, donde empieza el camino para vacunarnos de la envidia.
¿Y cómo podemos reafirmar nuestra identidad? Muy simple. Sólo siendo conscientes de quienes verdaderamente somos, reconociendo nuestras limitaciones pero también nuestras habilidades.
Recuerdo que de niño y aún en mi vida adulta vivía amargado por no ser la persona más graciosa o más popular de los grupos o espacios sociales en los que participaba. La verdad envidiaba la facilidad con la que algunos nacieron para contar chistes y hacer reír a carcajadas a los demás.
Pues al querer ser como ellos, equivocadamente intenté hablar o contar chistes como lo hacían ellos, pero como imaginarás con pobres resultados y hasta haciendo el ridículo. No entendía porque la gente no se reía, si estaba contando los mismos chistes que ellos contaban.
Hasta que un día llegó a mis manos un libro titulado “Temperamentos controlados por el Espíritu” del psicologo Tim La Haye, en el que aprendí sobre los temperamentos y entendí que todos venimos “cableados” de forma diferente, con limitaciones pero a la vez con fortalezas que otros no tienen pero nosotros sí.
Bueno, pues con ello, entendí que por más que me esforzara, nunca podría ser como el gracioso ni tener la chispa para hacer reír a la gente, pero descubrí que a cambio de eso, una de mis fortalezas es ser persuasivo y conectar con los demás, haciendo que la gente tome en serio mis consejos y los aplique a su vida. Dicho sea de paso y ahora que caigo en cuenta, creo que gracias esta habilidad es que hago Consejo Financiero.
Cuando entendí esto, créeme, sentí un alivio en mi vida, pues al recuperar mi identidad y saber cómo fui diseñado por Dios, me sentí orgulloso por quien soy y admiré genuinamente los dones de los demás.
¿Y que pasa si nuestro punto de comparación no gira entorno a lo que somos sino a la riqueza que otros tienen y nosotros no?
Simple, está en entender que los bienes materiales o la cantidad de dinero que tenemos, no define quienes somos nosotros sino los valores y principios que rija nuestra vida.
Esto quizás te suene un poco filosófico, pero es la verdad. No podemos creer que seamos menos que una persona que conduce un vehículo mejor al nuestro o puede enviar a sus hijos a un colegio mejor al que enviamos a los nuestros. Lo que nos define como individuos es evaluar que tan buen esposo, padre o hijo somos o evaluar si soy una persona integra en todo lo que hago, ya sea en mis negocios, en el manejo de mi dinero o en mi relación con los demás.
Por supuesto, esto no significa que en lo material seamos conformistas, no, sino que dejemos de compararnos con los demás y más bien empecemos a trabajar en nuestras propias metas financieras y personales. Y esto precisamente es lo siguiente que los expertos recomiendan ¿Qué quiere decir esto?
Esto quiere decir que Juan no debe buscar crecer financiera o personalmente para ser mejor o tener un nivel de vida tan o más alto que sus amigos Mario o Felipe, sino porque se ha puesto la meta consigo mismo de progresar, Francisco y Ximena desearán ser un matrimonio ejemplar o alcanzar un mejor nivel de vida, no motivados por el deseo de callarle la boca a la pareja fanfarrona de su familia sino porque se han propuesto esas metas, Sofía va a trabajar como madre para que sus hijos sean mejores, no para mostrarle a su amiga María que ella también puede tener hijos modelo, sino porque quiere formar en ellos hombres y mujeres de bien y los Giraldo comprarán un mejor carro, no por darle envidia a los Martínez, sino porque realmente lo necesitan y lo han planificado.
Cuando encontramos nuestra identidad y trabajamos en nuestras metas personales en función de nosotros mismos y no en función de los demás, disfrutaremos quienes somos y lo que tenemos, alegrándonos genuinamente por las cosas buenas que le pasan a los demás, pasando de la envidia a la admiración.
Y podríamos decir que como resultado de tener unas emociones sanas, tendremos una vida y unas finanzas sanas, pues nuestras decisiones ya no estarán basadas en emociones tóxicas o inseguridades de identidad, sino en educación financiera.
Ahora bien. Todo esto para curarnos de la envidia. ¿y que pasa si por el contrario la gente siente envidia de nosotros?
Bueno, pues creo que cuando nos va bien inevitablemente habran personas que se alegren y otras que las consuma su amarga envidia.
Y así como sentirla, despertarla me parece algo triste y destructivo. Sentir que los demás, en especial aquellas personas que nos importan nos tengan envidia no es para nada chévere, por lo menos para mí no. En lo personal a mi me incomoda y me duele cuando eso sucede, pues para mí es importante tener buenas relaciones con los demás.
Bueno, pues el psicólogo español Rafael Santadreu recomienda algunas estrategias para vacunar a los que sienten envidia de nosotros, estrategias que yo recomendaría tener en cuenta sólo para aquellas personas cercanas o que son importantes para nosotros, como miembros de nuestra familia, colegas o verdaderos amigos:
En primer lugar, haciéndolos participes de nuestro propio éxito, pidiéndoles su apoyo o su opinión entorno a nuestro trabajo o sea lo que sea motiva su envidia. Esto hará que dichas personas se sientan más importantes y disminuirá esa nociva emoción.
Entonces si por ejemplo tienes un exitoso negocio de asesorías, y digamos tu mejor amigo te envidia, quizás sea útil pedirle su opinión entorno a la forma que manejas tus asesorías, los procesos o tu servicio al cliente. Esto lo hará sentirse parte y lo tendrás de tu lado.
En segundo lugar siendo honesto con estas personas y los demás, compartiendo no sólo los éxitos ya conocidos, sino también compartiendo los desafíos que nos presenta la vida diaria. ¿Por qué?
Porque quien siente envidia, piensa erróneamente que la vida de las personas que envidia es perfecta. Cuando compartimos las cosas difíciles que nos pasa, las que podamos contar por supuesto, nos hacemos más humanos frente a ellos y eso apaga ese amargo sentimiento.
Y yo, le agregaría una tercer estrategia y es ser humildes, evitando que el éxito se nos suba a la cabeza, así de sencillo. La escritura dice algo totalmente cierto y es: “El orgullo va delante de la destrucción y la arrogancia antes de la caída”
¿Y que es ser humildes? Es estar seguros de quienes somos, pero que esa seguridad no se convierta en arrogancia y no terminemos creyéndonos más que los demás. De esta manera evitaremos o por lo menos mitigaremos, ser envidiados, evitándonos problemas de relación y hasta ser atacado por los demás.
Entonces, ¿la envidia es mejor despertarla que sentirla? Ni lo uno ni lo otro. La envidia es mejor erradicarla de raíz de nuestro corazón y el de los demás!
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