¿Que similitud hay entre los espacios vacíos de una casa y las tarjetas de crédito? ¡Averígualo aquí en Consejo financiero!
Imagínate que cuando salí de mi casa paterna y me fui a vivir sólo, llegué a vivir al apartamento donde actualmente vivimos con mi esposa, un lindo apartamento que compré hace más de 10 años que tiene dos habitaciones, un estudio, sala comedor y dos baños. Imagínate, todo ese espacio para mí sólo.
Recuerdo que cuando me mudé llegué literal con mi cama y la ropa. Ya había comprado los muebles y electrodomésticos básicos y la tan necesaria olla arrocera, tan necesaria para que un soltero como yo pudiera sobrevivir.
¿Y después de acomodarme que crees? bueno, pues que me sobró más de un tercio de apartamento, quedando el segundo cuarto completamente vacío, medio closet de la habitación principal sin utilizar y un baño social sin estrenar.
Pero conforme fueron pasando los meses y los primeros años ¿sabes que pasó? que todos esos recónditos lugares vacíos empezaron a llenarse, empezando por la otra mitad del closet sin ocupar que en determinado momento se llenó también y que me llevó a llenar el armario del cuarto vacío, seguido por supuesto de la ocupación de dicho cuarto primeramente con mi bicicleta, luego con algunas cajas y después con toda clase de chucherías.
Pero no te preocupes, esta historia no termina como esas terroríficas historias de “acumuladores” donde la gente vive con toneladas de basura en casa, no. Afortunadamente conocí a mi esposa, quien me rescato del típico desorden en el que vive un hombre soltero, trayendo no sólo orden y limpieza al apartamento, sino la alegría de poder finalmente disfrutar del lugar que había comprado para mi familia, años antes de conocer a mi esposa.
¿Bueno y porque te cuento esta historia? Porque descubrí que como individuos por alguna razón tendemos a llenar esos espacios vacíos donde vivimos o trabajamos, haciendo que dichos espacios se conviertan en depósitos o cuartos de San Alejo.
¿Bueno, bueno y que tiene que ver todo esto con las finanzas personales? bueno, pues tiene que ver mucho, porque lo mismo pasa cuando tenemos tarjetas de crédito, que aunque no ofrecen un espacio físico como el de una casa, si nos ofrecen un tentador espacio llamado cupo, que solemos empezar a llenar poco a poco, hasta que ¡cataplum! un día nos rechazan la tarjeta, por no tener cupo disponible. ¿te ha pasado?
Bueno, pues en este post quisiera hablarte de las razones por las cuales pienso esto y de mis recomendaciones al respecto.
Razones
Ok. la primera razón por la que pienso que tendemos a llenar los cupos de las tarjetas de crédito es por el bajísimo porcentaje de tarjetas de crédito inactivas que existen en el mercado.
Y los bancos los saben muy bien. ellos saben que si logran ubicar una tarjeta de crédito en tu billetera, en el cajón de tu escritorio o como lo hacen algunas personas que no quieren caer en tentación, en un bloque de hielo en el refrigerador, algún día las vas a usar, sean semanas meses o años.
Mira, los bancos son tan pacientes como aquel pescador experimentado que se sienta todo un día en su bote para tender un anzuelo y pescar al final un pez gordo.
Esta científicamente comprobado que las tarjetas de crédito son tan buen negocio que las entidades que las ofrecen se dan el lujo de abrírtelas en 20 minutos y a veces sin cuota de manejo, porque saben que con una alta probabilidad, las vas a terminar usando en el futuro y ellos van a recuperar sobrado la inversión de hacerte un estudio de crédito, abrirte la cuenta, emitirte el plástico, enviártelo, pagarle al vendedor y esperar el tiempo que sea necesario para que piques el anzuelo.
¿por qué crees que hasta los supermercados ofrecen tarjetas de crédito? Bueno, porque al igual que los bancos, tienen la certeza que algún día las vas a usar.
La segunda razón por la que creo que tendemos a llenar los cupos de las tarjetas de crédito como lo hacemos con los espacios vacíos de una casa es porque tristemente tendemos a llenar nuestros vacíos emocionales, espirituales y afectivos con la compra de bienes y servicios, que infortunadamente no terminan saciando estas necesidades.
Y claro, para suplir supuestamente estas necesidades, está el camino fácil y rápido de las tarjetas de crédito, impulsado por los millones que se invierten cada año en marketing y publicidad cuya función principal es convencerte de que en el consumo encontrarás la felicidad.
Mira, aunque no me lo pidas, te voy a dar un consejo: La verdadera felicidad sólo la encontrarás con Dios y lo mejor, es que Él no te va a cobrar un centavo para darte esa vida abundante que todos deseamos.
Y la tercera razón por la cual creo que tendemos a llenar los cupos de las tarjetas de crédito es porque lo he visto en otras personas y en mi mismo. si, así como lo escuchas: en mi mismo.
En el episodio número 1 de mi podcast titulado “por qué necesitas educación financiera” te conté que hace muchos años arranque con una inocente tarjetita de crédito de $55 dólares, la cual me dio la experiencia para adquirir con el tiempo dos tarjetas más para tenerlas supuestamente “por si acaso” y cuyos cupos ascendían a $8,300…. ya te imaginarás cuantos “por si acaso” se me empezaron a presentar en adelante, que me llevaron tiempo después a que cerca del 50% de mi sueldo se fuera para pagar las compras no pequeñas de mis tarjetas de crédito.
Recomendaciones
Bueno, pues dadas las razones por las que creo tendemos a llenar los cupos de las tarjetas de crédito así como lo hacemos con los espacios físicos, sólo te daría un par de recomendaciones:
En primer lugar, no te creas la mentira de que vas a tener una tarjeta de crédito sólo “por si acaso” porque tarde o temprano, como me pasó a mí, ese cupo va a terminar siendo utilizado por tí, a través de inicialmente una pequeña compra, seguido de algunas compras esporádicas, luego compras más frecuentes, hasta que usar la tarjeta de crédito se te volverá en algo habitual. Hasta ahora no conozco a la primera persona que tenga una tarjeta de crédito y que nuuuunca en la vida la haya utilizado.
En segundo lugar y si quieres ser verdaderamente previsivo, para hacerle frente a esos “por si acasos” es mejor tener un fondo de emergencia, que te saque de apuros si llegaras a necesidad de liquidez. Si, quizás no suene tan divertido como tener una tarjeta de crédito, pero la gran ventaja es que si llegas a necesitar dinero, no le vas a quedar debiendo a nadie ni tendrás la preocupación de quedar con una deuda ni mucho menos tener que pagar intereses, dándote de esta manera paz financiera quizás en un momento de crisis.
Para concluir
Bueno, pues hasta aquí hemos visto las tres razones por las cuales tendemos a llenar los cupos de las tarjetas de crédito así como lo solemos hacer con los vacíos físicos y un par de recomendaciones para no caer en la tentación de las deudas disfrazadas de previsión para el futuro.
Quisiera concluir este post contándote lo siguiente: ¿te acuerdas que te dije que haber conocido a mi esposa me salvó del desorden en el que vivía como soltero?
Bueno, pues te cuento que lo primero que ella hizo, semanas antes de casarnos, fue por supuesto venir a organizar el apartamento al que iba a venir a vivir, donde aparentemente no había espacios vacíos para que ella trajera sus cosas.
Pues lo primero que Adrí me pidió fue que botara, donara o regalara la ropa y las múltiples chucherías que ya no estaba usando, pero que si estaban ocupando un montón de espacio en el apartamento.
En ese momento pensé “la verdad no creo que pueda salir de muchas cosas, pero hagamos el ejercicio” ¿y sabes qué? tomando cada cosa y preguntándome con honestidad si la necesitaba o si al menos la estaba usando o no, recuerdo haber salido de casi un 50% de las cosas que tenía, entre ropa y todo tipo de chunches que ya no me prestaban ningún servicio.
Luego vino una jornada de aseo sin precedentes en mi vida, dirigida por Adri, donde no hubo espacio, rendija o rincón del apartamento sin haber quedado debidamente limpiado y desinfectado.
Y finalmente, con la ropa y las cosas del hogar con las que me quedé, me ayudo a reorganizarlas como nunca las había tenido, lo que desocupó mágicamente el segundo cuarto y la mitad del closet de la habitación principal, lo que nos dio el espacio de sobra para que Adri se pudiera mudar, lo que me llevó a descubrir una gran verdad: y es que todos podemos vivir con mucho menos de lo que creemos que necesitamos. ¡Gracias Dios por las esposas que nos organizan la vida!
Bueno, pues yo creo que esto aplica para las finanzas personales: podemos vivir muy bien con mucho menos de lo que creemos que necesitamos, lo que quiere decir que no necesitamos tener necesariamente una casa enorme que llenar con espacios vacíos, ni el carro del año, ni el celular más costoso, ni mucho menos tarjetas de crédito con cupos enormes para ser felices.
Mira: cada día me convenzo más que vivir con lo necesario, no sólo es saludable para nuestras finanzas personales, sino para nuestra paz mental y espiritual.
Si quieres escuchar el episodio podcast de este post, da clic a continuación:
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¿Que similitud hay entre los espacios vacíos de una casa y las tarjetas de crédito? ¡Averígualo aquí en Consejo financiero!
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