¿Que tanta madurez financiera tienes? ¿Que tanto se te nota la cédula? ¡Averígualo en este pequeño test aquí en Consejo Financiero!
¡Que se te note la cédula! Es un llamado a la madurez que se le hace comúnmente a la gente joven en mi país, cuando pese a que han alcanzado la mayoría de edad, es decir los 18 años, y han recibido su flamante cédula de ciudadanía, siguen comportándose como niños y entonces les decimos “Oye, no hagas eso, que se te note la cédula”
Para efectos legales, la cédula de ciudadanía es nuestro documento de identificación, el cual no sólo nos acredita como mayores de edad, sino que nos habilita para votar, abrir una cuenta bancaria, trabajar, firmar contratos, casarnos y en general ingresar al mundo adulto.
Pero una cosa es lo que dice el documento y otra cosa nuestro real nivel de madurez financiera, no sólo a los 18, sino durante los veintes, los treintas y pensarás que exagero, pero hay personas que a los cuarentas y aún a los cincuenta años que se siguen portando como niños, en su vida personal y financiera.
Bueno, pues he traído este tema para ayudarte a diagnosticar tu real nivel de madurez financiera comillas “si se te nota la cédula” o no en cuanto al manejo de tus finanzas personales.
Características del piloto biche de las finanzas personales
Muy bien. arranquemos este proceso de diagnóstico de madurez financiera describiendo primero cuando somos inmaduros o como decimos en mi país estamos “biches” a la hora de manejar nuestro dinero.
En primer lugar, cuando el gasto discrecional, es decir, el gasto centrado en aquellas cosas que satisfacen únicamente deseos o caprichos, están por encima en la escala de prioridades que los gastos esenciales, relacionados con las necesidades básicas para vivir, como por ejemplo vivienda, educación, alimentación o salud.
Un ejemplo claro de este comportamiento, de cierta manera justificable es el de los muy jóvenes, que lo primero que piensan cuando llega dinero a sus manos es comprarse un celular o una consola de video juegos, en lugar de pensar en ahorrar para la universidad o comprarse un apartamento, porque claramente sus emociones dominan sus decisiones y necesitan aprender de educación financiera para pensar más racionalmente.
Pero el problema es cuando seguimos teniendo la misma mentalidad a nuestros veintes, los treintas, los cuarentas y más, ya no aspirando a comprarnos una consola, pero si juguetes más costosos, como comprarnos un televisor gigante en lugar de ponernos al día en las pensiones de los niños, comprar unas vacaciones a crédito en lugar de abonar a nuestras deudas o cambiar de carro teniendo uno comprado hace tres años en perfectas condiciones, en lugar de ahorrar para tener nuestra vivienda propia, ahorrar para la universidad de los niños o construir el capital necesario para iniciar un negocio…
Quizás me estés escuchando y pienses, ayyy Fernando, pues obvio, uno debe darle prioridad a los gastos realmente importantes, pero ¿sabes que? ¡increíblemente no lo hacemos!, preferimos darnos gusto con las compras superfluas que satisfacen deseos de corto plazo en lugar pensar en el largo plazo y en la construcción de objetivos financieros duraderos.
Recuerdo particularmente a una persona a quien visité en un sector exclusivo de Bogotá, que se caracteriza por tener un alto nivel de ingresos y por ende un alto nivel de vida.
Bueno, pues no te imaginas cual fue mi sorpresa cuando al hablar con él y preguntarle por sus activos, me dijo que el único con el que contaba era la camioneta, que por cierto había adquirido con deuda y que el lugar donde vivía no era de él sino que era arrendado y por el cual pagaba una absoluta locura en cánones de arrendamiento. ¿Lo puedes creer?
Esta persona gana millones y lleva un ritmo de vida que muchos quisieran tener, pero patrimonialmente es pobre, pues hasta ese momento le había dado prioridad a darse la gran vida, en lugar de invertir su dinero de manera más responsable.
También recuerdo de una familia que migró hace algunos años a los Estados Unidos que vinieron de paso a visitar a su familia y con quien tuve la oportunidad de reunirme para una asesoría financiera.
Bueno, el caso es que cuando hablamos les pregunté como les estaba yendo allá y me dijeron que maravillosamente bien, pues tenían muy buenos trabajos que les estaba dando muy buen dinero.
Entonces los felicité y les dije Ahh que bien, los felicito…. Imagino que deben estar ahorrando mucho dinero para construir un futuro… bueno, pues cuando les pregunté eso, me miraron como bicho raro y me dijeron: “La verdad no tenemos dinero ahorrado… es que nos encanta salir a comer y a turistear con los niños y después de pagar la renta y lo básico, el resto del dinero nos lo gastamos recreación” ¿Cómo es posible que una familia haga el sacrificio de dejar su país y a los suyos y desperdicia de esa manera la oportunidad de cambiar su futuro financiero?
Y puede que no lleguemos a estos extremos, pero cuando queremos comprarnos un juguete nuevo antes de cumplir con todos aquellos objetivos financieros esenciales que nos van a dar estabilidad financiera en el largo plazo, como una buena educación universitaria, comprar nuestra vivienda o planificar nuestro retiro, estamos biches a la hora de administrar nuestro dinero.
Ahora bien, con esto no estoy queriendo decir que no te puedes dar tus gustos y comprarte ese televisor pantalla plana, darte esas súper vacaciones o tener esas botas divinas, no, lo que te estoy diciendo es que puedes hacerlo siempre y cuando ya estés ahorrando disciplinadamente para esos objetivos de largo plazo que a la larga van a garantizarte un buen futuro financiero.
Sintomas de no tener madurez financiera – Gasto irresponsable
Muy bien. En segundo lugar no tenemos madurez financiera o no se nos nota la cedula a la hora de administrar nuestro dinero cuando en lugar de enfocarnos en pagar nuestras deudas, seguimos gastando como si no hubiera un mañana o estuviéramos nadando en dinero.
Es increíble, pero hay personas que en lugar de darle la cara a sus acreedores, prefieren irse de vacaciones o seguir gastando, como si no tuvieran deudas por pagar.
Hace algunos años asesoré a una pareja con un nivel de endeudamiento bestial con entidades y amigos quienes les habían prestado mucho dinero, que no tenían en ese momento ni los ingresos ni los activos para responder a sus acreedores, pero si una gran capacidad de trabajo y por ende la posibilidad futura de generar buenos ingresos con los cuales cubrir sus necesidades básicas y empezar a pagar sus acreencias.
Bueno, pues pasó el tiempo y la pareja se esforzó mucho y empezaron a generar efectivamente muy buenos ingresos y un día en un evento social al que nos invitaron lo felicité a él por haber salido adelante, y le pregunté “Bueno ¿y como vas con el pago de tus deudas? Pues no recuerdo exactamente lo que me dijo, lo que si me acuerdo es de la cara de sumo desagrado que me hizo cuando le formulé la pregunta…. A tal punto, que esa fue la última vez que recuerdo hablamos…
La verdad esto me molestó mucho, porque ¿Cómo es posible que una persona con la suficiente liquidez se haga de la vista gorda a la hora de pagar sus deudas? No señor, eso no se hace.
¿Y porque esto no se hace? Porque cuando tenemos deudas, después de suplir nuestras necesidades básicas, nuestra siguiente obligación es con nuestros acreedores, no sólo porque nos ahorraremos millones en intereses, sino porque si pedimos prestado lo correcto es devolver el dinero que pedimos.
Cuando nos damos la gran vida o nos hacemos de la vista gorda cuando si tenemos para pagar nuestras deudas, no sólo estamos siendo unos niños a la hora de administrar nuestro dinero, sino que estamos dándole un pésimo ejemplo a nuestros hijos.
Falta de Madurez Financiera – No tener paciencia
En tercer lugar no se nos nota la cédula cuando no tenemos paciencia y usamos la deuda a diestra y siniestra para alcanzar todos nuestros objetivos financieros.
En este blog hable del efecto Marshmellow, un interesantísimo experimento que se hizo a finales de la década de los 60´s con un grupo de niños entre los 4 a 6 años de edad a quienes de manera individual se les llevó a un cuarto libre de distracciones sentados frente a una mesa que tenía un plato con una golosina servida.
Bueno, pues el experimento consistía en lo siguiente: Había un instructor que llevaba al niño a la habitación y le proponía que si al irse dejándolo sólo con la golosina quince minutos, regresaba y encontraba la golosina intacta, entonces el instructor lo premiaría con una golosina adicional.
Bueno, ¿y cuáles fueron los resultados? Que dos terceras partes del grupo de niños cayeron en la tentación comiéndose la golosina una vez se vieron solos y sólo una tercera parte de ellos con mucho esfuerzo, eso si, controlaron sus emociones y esperaron al instructor para recibir la golosina adicional.
Bueno, pues cuando no somos pacientes y nos endeudamos con el fin de obtener las cosas para ya, somos como los niños que no tuvieron la paciencia ni el dominio propio para recibir la recompensa diferida.
Cuando preferimos endeudarnos hoy en lugar de ahorrar y esperar, no se nos nota la cédula, pues la falta de paciencia es un claro síntoma de falta de madurez financiera, que claramente tiene consecuencias en el futuro.
Para concluir
Bueno ¿y cuando si se nos nota la cédula? fácil, cuando hemos aprendido a tomar decisiones financieras basados en la razón y no en la emoción, ¿Cómo? en primer lugar siendo responsables a la hora de cubrir primero nuestras necesidades básicas y la construcción de objetivos financieros de largo plazo, segundo, pagando cumplidamente nuestras deudas si las tenemos o al menos, dándole la cara a nuestros acreedores con el fin de llegar a acuerdos de pago y tercero, desarrollando el hábito del ahorro y la paciencia para alcanzar nuestros objetivos financieros en lugar de endeudarnos para satisfacer nuestros caprichos de corto plazo.
Creo que la madurez en cualquier área de nuestra vida se adquiere de una parte con las buenas y malas experiencias que hemos tenido, pero sobre todo en tener la capacidad de aprender de nuestros propios errores y ser lo suficientemente humildes para cambiar nuestra forma de pensar y nuestros comportamientos.
Te cuento que un día, quizás cuando tendría unos doce a catorce años de edad, mi papá me soltó el carro para enseñarme a manejar y gané rápidamente confianza, porque empecé hacerlo relativamente bien, pero cuando ya estábamos llegando a la casa y me toco subir el carro por la rampa para ubicarlo frente al parqueadero, di la curva muy cerrada y estrelle el costado derecho del vehículo contra un pequeño muro que estaba a la derecha….
Te cuento que pocas veces me he sentido tan mal como ese día, pues por darme ínfulas de piloto de carreras experimentado, termine generándole un grave perjuicio a mi papá y de paso a la familia, pues este vehículo era la única herramienta de trabajo de mi padre y por ende nuestra única fuente de ingreso.
Y eso me sirvió para que muchos años después en mi adultez, cuando volví a poner mis manos sobre un volante, recordara la inmensa responsabilidad que asumía al manejar, con la vida de las personas que irían conmigo, con la vida de los peatones, con la vida de quienes me esperaban en casa y por supuesto con mi propia vida.
Creo que cuando somos conscientes del impacto positivo pero sobre todo negativo de nuestros actos, hemos alcanzado la madurez, no sólo al manejar, sino a la hora de construir un hogar, de dirigir un negocio, de relacionarnos con los demás o manejar nuestras finanzas personales.
Albert Einstein una vez dijo: La madurez comienza a manifestarse cuando sentimos que nuestra preocupación es mayor por los demás que por nosotros mismos.
Te reto a que maduremos juntos en cada área de nuestra vida, y nadie tenga que decirnos en el futuro “Oye, que se te note la cédula”
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