Tal vez no eres tan bueno calculando riesgos… aprende a calcularlos en este tiempo de pandemia, ¡aquí, en Consejo Financiero!
Este tiempo de confinamiento a causa de la pandemia nos ha llevado en materia psicológica de un extremo a otro, desde un pánico irracional al comienzo de la misma que nos llevó en masa a desocupar los supermercados como si hubiese estallado una cuarta guerra mundial a un estado de relajación en el que muchos han bajado la guardia regresando casi que a su antigua normalidad socializando, visitando la familia y hasta andando en la calle sin tapabocas, a sabiendas que estamos atravesando por el pico de la pandemia.
Bueno, pues este comportamiento contradictorio es muestra de lo no tan buenos que somos a la hora de calcular riesgos, pues es gracioso ver como somos presa del pánico cuando no tenemos que serlo y nos relajamos en el peor momento de todos. Ahora es cuando deberíamos estar más alerta, cuando las cifras de contagio andan por las nubes.
Bueno, pues resulta que esta semana a través de Ricardo Galán y su podcast Libreta de apuntes me enteré de un interesantísimo artículo escrito por el New York Times el 18 de Julio de este año titulado “Tal vez no eres tan bueno calculando riesgos como crees. Te decimos por qué” en el que abordan desde el punto de vista psicológico porque no somos tan buenos calculando riesgos.
Bueno, pues he traído este tema, para contarte de que se trata este artículo y como se puede aplicar para este tiempo de pandemia y por supuesto en la cotidianidad de nuestras finanzas personales.
Sesgos psicológicos que afectan la firma de calcular riesgos
Ok. Este artículo comienza diciendo que según la profesora de psicología Marie Helweg-Larsen no somos muy buenos calculando riesgos porque hay muchos factores en la psicología humana que pueden sesgar la forma en la que valoramos los riesgos a los cuales estamos expuestos.
Sesgo Optimista
Y el primero de ellos es el sesgo optimista, en el que pensamos que nuestro riesgo es menor al de otras personas o en otras palabras, pensamos absurdamente que las cosas malas sólo le pueden pasar a los demás, como si estuviéramos en una suerte de esfera que nos protege de todo, como de quedarnos sin trabajo, de contraer una enfermedad a causa de nuestros pésimos hábitos alimenticios ó contagiarnos del famoso Covid-19.
La frase más popular de la persona con sesgo optimista es “ahhhh eso a mi no me pasa nada” lo cual lo hace bajar la guardia… ¡hasta que le pasa algo!
Esto nos invita a que nos quede algo absolutamente claro: Que en este tiempo de pandemia, tenemos las mismas probabilidades de contagiarnos que cualquier otra persona, por lo que se hace necesario tener todas las prevenciones que hasta la saciedad nos han explicado.
¿Cuándo se refleja el sesgo optimista en nuestras finanzas personales? Cuando pensamos que sólo el vecino, el familiar o el amigo es el que puede perder su trabajo o tener una dificultad financiera, por lo que no hacemos ningún tipo de ahorro ni nos preocupamos por ponerle orden a nuestras finanzas, haciéndonos sumamente vulnerables a cualquier cambio que se presente en nuestra vida.
¿Solución? Como lo dice el refrán: Prepararnos para lo peor pero esperando lo mejor, poniéndole orden a nuestro dinero y creando sólidos hábitos de ahorro, con los cuales podamos tener la tan necesaria liquidez que se necesita para navegar con tranquilidad en medio de cualquier tormenta financiera, por causa de la pérdida de nuestro trabajo o teniendo que cerrar nuestro negocio, como está sucediendo en esta época.
Falso sentido de control
Muy bien. En segundo lugar esta lo que esta psicóloga llama el “falso sentido de control” en el que confiamos más cuando creemos que tenemos controlada determinada situación, que se ve reflejado cuando por ejemplo creemos que conducir vehículo es más seguro que viajar en avión, cuando las cifras de accidentalidad en transporte terrestre son infinitamente mayores a las aéreas.
Y esta psicóloga también agrega que hoy en día el sólo lavarnos las manos y usar tapabocas de alguna manera nos está “envalentonando” y estamos descuidándonos en el distanciamiento social, empezando a reunirnos con otras personas.
Y este falso sentido de control creo que se aplica bastante a las finanzas personales, cuando por ejemplo, pensamos que tener un trabajo estable, recibir un buen salario y hasta tener una buena relación con nuestro jefe, hace que sintamos que tenemos todo bajo control, sin considerar por ejemplo el entorno económico en el que se desenvuelve la empresa en la que trabajamos o los eventuales cambios normativos que puedan afectarla, lo que nos lleva a relajarnos y darnos un estilo de vida casi que de ricos y para ello no vemos ningún problema en endeudarnos… pues al fin y al cabo tenemos un trabajo más que estable que nos permite llevar un determinado ritmo de vida… hasta que cataplum, llega una reorganización al interior de la compañía o llega una situación inesperada cualquiera que sea esta… ¡como por ejemplo una pandemia, algo que no estaba en la cuentas de nadie!
Y te digo esto porque ninguno de nosotros está exento de los cambios repentinos que puede darnos la vida. Muchas personas que meses antes tenían un trabajo estable y un muy buen salario hoy no tienen ni lo uno ni lo otro, salvo un montón de deudas que pagar.
¿La vacuna para el falso sentido de control? Simple: manejar nuestras finanzas personales de tal manera que estemos preparados para cualquier contingencia, que se resume en no tener deudas diferentes a la de la hipoteca y tener un buen fondo de emergencia, no una tarjeta de crédito, no, un buen fondo de emergencia con el cual pueda hacer frente a cualquier eventualidad inesperada.
Señales culturales poco claras que no nos ayudan a cuantificar los riesgos
Perfecto. En tercer lugar encontramos el factor llamado “Las señales culturales poco claras”, en las que recibimos mensajes contradictorios de diferentes fuentes, lo cual hace que se nos dificulte adoptar una posición clara a determinados riesgos;
Esto se ve reflejado, hoy en día, con los mensajes contradictorios que todos los días las autoridades de salud comunican acerca del Covid-19, Cuando por ejemplo dicen que el virus no se contagia en el aíre porque es una molécula pesada que cae al piso o sobre las superficies y otro día dicen que parece que si se contagia en el aire…
En este aspecto la responsabilidad si es de los emisores de esos mensajes, pues lo único que hacen es desinformar, haciendo las veces del “pastorcito mentiroso” cuando decía que venía el lobo y no venia y el día que si vino el lobo nadie le creyó.
En este sentido creo que debemos tomar tantas precauciones como sea necesario, yéndonos por el peor de los escenarios y tomando las precauciones del caso, así mañana cambie el mensaje.
¿Cómo se refleja las señales culturales poco claras en nuestras finanzas personales? Cuando por ejemplo vas a comprar un carro y un amigo te dice que tomes un crédito como el lo hizo, tu papá te dice que ahorres la mitad y que la otra mitad te la presta él y el concesionario de vehículos te dice que te lo lleves ya, y que tranquilo, regreses dentro de un año para empezar a pagarlo sin supuestamente pagar intereses.
A diferencia del Covid-19, un virus del que hasta ahora empezamos a descubrir como se comporta, lo cual lleva a las autoridades de salud a dar mensajes contradictorios, las finanzas personales son absolutamente claras y sus principios son absolutos, es decir, no cambian, lo que quiere decir que la forma de manejarlas será la misma hoy que mañana.
Entonces, ¿que hacer para tomar buenas decisiones financieras en medio de tantas voces? Sencillo, sólo aprender los principios básicos que rigen las finanzas personales, entre los cuales se cuentan hacer un presupuesto, darle un no rotundo a las deudas, ahorrar, invertir, tener un fondo de emergencia o el principio básico de ahorrar y esperar antes de comprar y disfrutar en lugar de hacer todo lo contrario.
Mira, los principios de las finanzas personales son tan sencillos y tan fáciles de entender que hasta un niño de 5 años los puede comprender, el problema es que si no los conocemos, o no nos da la gana de aprenderlos, ese desconocimiento hace que seamos fácilmente influenciables, a las múltiples voces de la cultura, del marketing o de las personas que nos rodean.
En definitiva, si tenemos educación financiera, leyendo buenos libros, tomando un curso o escuchando este podcast, tenemos poder, ¿poder de que? De discernir sin importar que tan adornado o impactante sea un mensaje, cual es una absoluta burrada y cual es un buen consejo para nuestras finanzas personales.
Sesgo de confirmación de riesgos
En cuarto lugar está el sesgo de confirmación, del cual ya hemos hablado, consistente en buscar pruebas de algo que deseamos confirmar, desestimando otros argumentos válidos que contradicen nuestra teoría o deseo. Veámoslo con un ejemplo:
Supongamos que ardes en deseos por reunirte con tus amigos del alma en este tiempo de pandemia y para confirmar tu teoría de que nada malo puede pasar, empiezas a reunir testimonios de personas que lo han hecho y no les ha pasado nada, ignorando por completo los testimonios de personas que si se infectaron por andar en reuniones sociales o los centenares de noticias de decenas de infectados que contrajeron el virus en fiestas.
Aquí la recomendación de los expertos, aunque aburrida o lo que quieras, es abstenernos de socializar por mas ganas que tengamos, invitándonos a no desestimar las pruebas de que si nos podemos contagiar por andar con otras personas, así tengamos tapabocas.
Este sesgo de confirmación también se refleja de numerosísimas formas en nuestras finanzas personales, cuando por ejemplo queremos probar que pagar las vacaciones con tarjeta de crédito es la mejor manera de viajar sin tener que preocuparnos de ahorrar ni nada.
Entonces empiezas a realizar sondeos con tus amigos y conocidos que lo han hecho y solo te centras en preguntarles a donde viajaron, que hicieron y que tan placenteras fueron sus vacaciones, pero no les haces preguntas incomodas cómo si aún las están pagando, si pagarlas a crédito les ocasionó problemas o si ya las pagaron en cuanto les salió el chistecito.
Otro ejemplo es cuando te ofrecen uno de esos negocios piramidales en los que te ofrecen retornos estrambóticos y para confirmar que el negocio es buenísimo, llamas a algunas personas que están en éste, les preguntas a la saciedad cuanto se están ganando y cómo puedes participar, pero no averiguas por ejemplo en profundidad como es que ese modelo de negocio obtiene tan altos retornos ni te preocupas si quiera de averiguar si han habido personas engañadas o inconformes por alguna razón o si el negocio puede ser ilícito o estar lavando activos.
¿La solución para no caer en el sesgo de confirmación? Simple, Por más emocionados y deseosos que estemos por tomar una decisión financiera, debemos ser absolutamente objetivos, averiguando en detalle no sólo los pros sino en especial los contras, evitando tomar decisiones con la efervescencia de las emociones, la peor de las consejeras en cualquier decisión que tomemos.
Terapia de exposición
Y en quinto lugar esta la terapia de exposición, que no es más que la confianza que desarrollamos al estar continuamente expuestos a un riesgo determinado, que se ve reflejado en por ejemplo la confianza que hemos adquirido conforme hemos ido más veces al supermercado en esta pandemia, y hasta ahora no nos ha pasado nada.
Esto hace que empecemos a tener comportamientos cada vez más riesgosos, pues sentimos que los beneficios de hacerlo, superan ampliamente el riesgo asumido.
Interpretando un poco lo que esta psicóloga quiere decirnos es por ejemplo cuando un día nos arriesgamos a visitar a los abuelos. Un día vamos, compartimos con ellos, lo pasamos bien y pasaron finalmente los días y nadie se enfermó. Pues entonces ganamos confianza y volvemos a visitarlos una y otra vez, sin ser conscientes del tremendo riesgo y más en esta época de contagio, al que estamos poniéndolos, hasta que un día las cifras de esa pandemia que se ven lejanas, toman el nombre y apellido de uno de ellos. ¿Cómo te sentirías si por tu imprudencia ese ser amado falleciera? ¿Quién te va a reponer la vida de ese ser amado? Algo claramente difícil de sobrellevar durante el resto de tu vida ¿Te gustaría vivir eso?
La reflexión entorno a este tópico, es que tengamos claro que para que algo que no ha tenido precedentes, como infectar a nuestros abuelos con Covid-19, pase a tenerlos, es cuando sucede por primera vez. ¿Para que esperar a que pase para ahí si arrepentirnos? Puede ser demasiado tarde.
Y la terapia de exposición se refleja claramente en nuestras finanzas personales cuando por ejemplo, no vemos la utilidad de tener una póliza que asegure nuestra vida o nuestros bienes porque irracionalmente pensamos que como nunca nos ha pasado algo, nunca nos pasará.
Y quizás muchas personas antes de esta pandemia pensaban así: Para que tomar un seguro de vida, para que pensar en el futuro, para que salir de deudas si hay mal que bien me las he arreglado…. ¡y mira que pasó! Muchos que pensaban así dejaron a sus familias sin un sustento económico y además un montón de deudas al fallecer.
Para evitar ser víctima de la terapia de exposición y ser sorprendido por cualquier situación financiera inesperada, nuevamente construir un fondo de emergencia con al menos 6 meses de presupuesto mensual, no tener deudas de consumo así como tener los seguros necesarios para proteger a nuestra familia y bienes, es lo mejor que podemos hacer para afrontar con éxito cualquier contingencia que pueda presentarse.
Así como muchos hoy sufren económicamente por no haberse cubierto, hay otros previsivos que si hicieron la tarea de ahorrar y asegurarse y hoy están atravesando esta crisis con relativa tranquilidad… ¿De que lugar quieres estar tú?
Para concluir…
Bueno pues estos fueron los cinco factores de la psicología humana que hacen que las personas no seamos tan buenas calculando los riesgos a los que estamos expuestos, presentados en este interesante artículo del New York Times.
Y antes de que quizás me malinterpretes quiero decirte algo: Este post no es para volvernos hipocondriacos o apocalípticos, no, es simplemente esforzarnos en pensar racionalmente y calcular objetivamente los riesgos a los que estamos expuestos y tomar las precauciones del caso. Así de sencillo.
Y para ello, creo que es muy útil usar el sentido común, el cual hace que podamos mitigar cualquier tipo de riesgo y nos evitemos dolores de cabeza innecesarios, tanto en nuestras finanzas personales y aún más importante, con las personas que amamos.
¿Aceptas el reto de aprender a calcular objetivamente los riesgos a los que puedes estar expuesto? Si es así, ¡toma las acciones necesarias ya!
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